sábado, 1 de enero de 2011

quien maneja los hilos







¿Alguien maneja los hilos?
Hay una tendencia creciente a proponer soluciones fáciles a problemas complejos: conjuras globales, mochilas fantasmas, gobiernos mundiales a la sombra... "Los libros sobre conspiraciones tienden a repetirse", sostiene Juan Carlos Castillón, autor de "Amos del mundo".
José María Goicoechea
27/03/06
Hay media docena de tesis conspirativas que sostienen que el Anticristo es el mismísimo Carlos de Inglaterra. Es más, hay quien cree que los Beatles pusieron de moda en su momento el pelo largo para que cuando el Príncipe de Gales llegara a la edad adulta pudiera, con la melena, tapar el número de la bestia, el famoso 666. Por otro lado, es de sobra conocida –ahora más, a causa de El código Da Vinci– la teoría de que una hija de Jesucristo y de María Magdalena es el germen de la casa real francesa, de la que desciende la ra- toma de los Plantagenet, familia a la que pertenecía Diana Spencer, Lady Di. Aquel matrimonio, por tanto, tenía todas las papeletas para no funcionar. En tono irónico, el escritor Juan Carlos Castillón expone este ejemplo de teoría de la conspiración, un tanto estrafalaria, es verdad.

Castillón acaba de publicar Amos del mundo (Debate), un ensayo en el que repasa las diferentes teorías de la conspiración que se han manejado a lo largo de la historia de Occidente, y en el que plantea un análisis de estas tesis desde una perspectiva literaria, como si fuera un subgénero –que de hecho lo es–, se trate de pseudoensayos o de novelas, ambos muy en boga en los últimos tiempos: los personajes, los lectores, los puntos de vista... "Los libros sobre conspiraciones tienden a repetirse", dice el autor.

Reptiles extraterrestres.
"Si usted se siente completamente a gusto y satisfecho con su visión del género humano, de la religión, de la historia y del mundo, no continúe leyendo –escribe en la introducción de Las sociedades secretas (Bronce) el periodista Jim Marris. Pero si usted es uno de esos millones de personas que leen las noticias cada día minuciosamente y se rompen la cabeza preguntándose y reflexionando sobre '¿qué está pasando en el mundo?', o se entretiene con preguntas del tipo ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?, está leyendo el libro adecuado".Tras este reclamo, llegan unos titulares de lo que viene en el volumen de quinientas páginas: secretos del gobierno, del poder, historia oculta, religión clandestina." ¿Quién gobierna verdaderamente?", se pregunta.

Juan Carlos Castillón parte de una idea muy clara: "No creo en una conspiración para dirigir el mundo". De hecho, la primera parte de su libro Amos del mundo tiene un tono ácido, en ocasiones humorístico. Cita a un ex futbolista, David Icke, quien cree que la humanidad está controlada por reptiles extraterrestres que pueden cambiar de forma cuando quieren y que se alimentan de sangre humana.Alude a la caricatura de una sociedad secreta que aparece en un episodio de Los Simpson y en el que cantan: "¿Quién mantiene ocultos a los marcianos? / ¿Quién hace trampa la noche de los Oscar? / Nosotros, nosotros". Menciona la serie televisiva Nikita, donde "grupos de gente poderosa y sin nombre se mueven en medio del secreto y el lujo y se escudan en el crimen en su afán de poder". Y para qué hablar del cine: Cortina de humo, Hombres de negro, por ejemplo."No trato de ridiculizar todas las teorías conspirativas –explica– sino que trato de decir que están en to partes, que han llegado a rodearnos". Sí, en todas partes: "A lo largo de los catorce capítulos de este libro –anuncian José Lesta y Miguel Pedrero en su Claves ocultas del poder mundial (Edaf)– mostraremos cómo un entramado de creencias apocalípticas,místicas y esotéricas son el combustible de la guerra Bush-Bin Laden", entre otras cosas.Y explican el nexo común de sus textos: "La relación entre el mundo del ocultismo, la parapsicología o las sociedades secretas con la política, el espionaje y los movimientos sociales".

Sectas.
"Estas especulaciones gustan –asegura Fernando García Sanz, historiador, investigador científico del CSIC–. 007 no es otra cosa que episodios sobre gran des confabulaciones mundiales. Ahora esto se ha llevado a la historia, con extrañas sectas que se mantienen a lo largo de los siglos". Las claves del éxito parecen claras.

García Sanz recuerda que hace unos años se hablaba mucho de la Trilateral, una entidad formada por personalidades que, supuestamente, manejaban el mundo. En los últimos tiempos, a la cabeza del top ten de organizaciones que quieren mover los hilos de la tierra a su antojo, sin contar para nada con nadie, está –como lo demuestran todos los libros que se están publicando– el Club Bilderberg que, desde 1954, promueve reuniones de personajes ricos, poderosos o sabios: que si Clinton, que si Rockefeller, que si la Reina Sofía.

"No se reúnen en secreto, lo hacen de forma discreta –cuenta Castillón–, todos los años sabemos dónde se van a reunir desde varios meses antes, conocemos la lista de asistentes. Lo que no sabemos, y eso sí es motivo de alarma, es de qué van a discutir. No digo que todas las tesis conspirativas sean falsas, de hecho algunas están basadas en la realidad, aunque planteadas de manera fantasiosa. En el caso del Club Bilderberg se trata de la relación entre el secreto y el poder, de la legitimidad del secreto en una sociedad abierta. La democracia y el secreto no son compatibles".

Enemigos.
Uno de los problemas de estas elucubraciones es que se tomen en serio. Castillón subraya que a los seguidores de estos libros sobre conspiraciones no les preocupa qué hace el Club Bilderberg, sino poder relacionarlo con los Illuminati u otras sociedades secretas."Los pueblos históricamente han tenido siempre un enemigo –dice el historiador Fernando García Sanz–, en España los masones o los jesuitas. Y cuando no hay información suficiente, llega la especulación. Los historiadores tenemos un papel, aunque nuestro eco es escaso".

La ausencia de información o la información a medias dan mucho juego. George Bush y John Kerry, durante uno de los debates de la última campaña electoral presidencial estadounidense, tuvieron que admitir su pertenencia a Skull and Bones (calavera y huesos), una hermandad se- creta de la Universidad de Yale, auténtica cantera de altos funcionarios en aquel país. Si no se dan más explicaciones, la imaginación de cada cual puede volar.

Conjuras imaginarias.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y el Pentágono han brindado la penúltima ocasión a los amantes de las conjuras para imaginar: el propietario de las Torres Gemelas habría provocado el atentado para cobrar el seguro; no hubo avión suicida contra el Pentágono; los empleados judíos, avisados, no fueron a trabajar ese día; los aviones iban teledirigidos y no pilotados por miembros de Al Qaeda. Para todos los gustos.

"Las tesis conspirativas son para mucha gente una respuesta rápida y aparentemente coherente a los problemas del mundo moderno en el que no se sienten cómodos. Simplificar y descontextualizar son las características más evidentes del teórico de las conspiraciones –expone Juan Carlos Castillón–. Desde la Revolución Francesa, Dios desaparece del centro de la reflexión política occidental y es necesario buscar una razón última para todas esas cosas que pasan. La existencia de unos amos del mundo, por malignos que sean en la mayor parte de las teorías, devuelve un sentido de orden al mundo".

Hace casi dos décadas,Umberto Eco escribió El péndulo de Foucault, una novela con todos los códigos del subgénero de la conspiración a través de los siglos. Además de una buena construcción narrativa, aquel libro era en realidad una parodia, a diferencia de la avalancha reciente, con Dan Brown y su Código Da Vinci a la cabeza. "Estas teorías llevadas al mundo de la novela dan un juego increíble –dice Castillón–. Dan un sentido a la historia del que ésta carece. Un sentido moral: hay buenos, hay malos, hay canallas. Además, resulta

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